Apunto de comenzar la temporada de competiciones del año 2020, me parece apropiado tratar este tema con el único fin de hacer que un momento de competición deseada y muy trabajada sea feliz, de disfrute y de mucho orgullo, evitando que se convierta en un triste episodio que lastre la correcta trayectoria deportiva que debería de ser estandarte de un correcto atleta competidor.
LA ACEPTACIÓN DEL TRIUNFO Y DEL FRACASO
No pretendo quitar importancia al resultado ganador de una competición, pero sí hacer que el carácter competitivo se ajuste a la lógica situación en la que “no todos los atletas pueden alzarse con el éxito en una competición”, y como es lógico, es mayor el número de los que no ganan o pierden que los que ganan o triunfan.
Competir ya es Ganar, y aunque GANAR sea la meta y el objetivo final de todo competidor, SABER PERDER debería de ser una actitud imprescindible para la práctica de cualquier deporte, siendo los ENTRENADORES quienes deberían preparar a sus atletas para afrontar y aceptar malos resultados en competiciones, utilizando esos resultados para incentivar el espíritu deportivo de luchar por la mejoría de resultados. La frustración por la derrota puede llevar a un deterioro de la evolución deportiva de un atleta, mientras que afrontar la derrota con ánimo de superación y evolución positiva, sin lugar a dudas llevará al logro de metas importantes. Por bueno que sea deportista, lo normal es que no pueda estar ganando siempre en todas aquellas competiciones en las que participa.
EL GANADOR Y EL PERDEDOR
Ganar y perder es el sino constante de un deportista, y todo deporte va a tener unas Reglas de Juego siendo a partir de ellas, y respetándolas, cuando en competición se darán dos posibles circunstancias: que SE PIERDA o que SE GANE.
El atleta ganador no logra el éxito por casualidad, lo logra trabajando día a día, compitiendo campeonato a campeonato a base de constancia, tesón, disciplina, con un buen entrenador, una nutrición apropiada, una actitud y temperamento positivista, y además, si se dispone de una genética favorecedora el éxito llegará y se mantendrá.
El atleta perdedor va a justificar la derrota como injusta culpando a los demás y sin asumirla, es dominado por una negatividad que le hace vulnerable y candidato a un fracaso que se trabaja él mismo.
Los atletas que entrenan con el fin de medirse a otros atletas en competiciones tanto amateurs como profesionales, son conocedores de la dificultad que entraña lograr hacer un “podium”, dado el alto nivel de los otros deportistas contra los que se van a enfrentar y todos con el mismo objetivo, la medalla de oro.
La rabia contenida que ocasiona una derrota puede generar una Adrenalina que potencie las posibilidades de lograr hacer lo que creías que sería imposible. Ser positivo y generoso con los demás atletas, produce un efecto de carisma y respeto que engrandece y fortalece, además de causar un aumento de felicidad siempre saludable.

ALGUNOS CONSEJOS
Para aceptar dignamente la derrota:
- Evitar el reproche y mantener el silencio
- Reconocer el momento doloroso de la derrota
- Analizar la situación (autocrítica)
- Construir aprendiendo a partir de la derrota
- Valorar, en su medida. el esfuerzo realizado por el atleta
- Aprender
Para más información sobre este interesante artículo, consulta nuestra edición de marzo.